Se instalan bases militares por doquier con la anuencia de gobiernos, no de los pueblos.

So pretexto de combatir el narcotráfico y el terrorismo, se invaden naciones e imponen gobiernos a gusto de los invasores. No se hace diferencia entre terroristas verdaderos que intentan derrocar gobiernos, y sistemas que juzgan injustos opresores; diferentes a los terroristas asesinos, “delictuosamente anárquicos”. Según ese criterio consciente o inconscientemente errado, Eloy Alfaro, San Martín, Simón Bolívar, nuestros antepasados indígenas, serían llamados hoy “terroristas” también, al haberse alzado en armas contra tiranías. A estos considerados justicieramente héroes, se les ha erigido monumentos y la historia los registra como lo fueron: grandes, libertadores, próceres.

¿Podríamos así hablar de valores y acontecimientos humanos mundiales que se respeten y ejemplaricen para generaciones nuevas?

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Martín Torres
Guayaquil