El crecimiento de la población y los cambios en sus hábitos y costumbres, no son tomados en cuenta por esa fallida distribución.

Al no haber comunicados oficiales, cobran cuerpo la intriga y las interpretaciones populares que pueden llegar a extremos inverosímiles.

Hay que poner en claro por qué la especulación sentó su dominio en los mercados del gas de Esmeraldas y Manabí. Si se trabaja con sistemas modernos de comercio, no puede haber espacio para escasez inesperada ni especulación con los precios al público.

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Deben ser prácticas las medidas compensatorias que aplique el suministro de gas, si es que han disminuido las toneladas métricas remitidas para el consumo doméstico.

De no entenderse dónde están las causas de las fallas de distribución, habrá que sumar esta ineficacia a otras del proceso nacional de manejo de combustibles.

Cuentas claras en estrategias del mercado, es lo que reclaman Esmeraldas y Manabí.
  

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