Con una muleta  metálica que le ayuda a sostener el caminar de su pierna derecha, Carlos Murillo, de 53 años, llegó ayer por segunda ocasión, en esta semana, a la Caja del Seguro Social de Guayaquil. Intentaba reanudar el trámite de su jubilación que inició hace dos años y que había suspendido por una operación que se realizó ante una fractura en la tibia.

Murillo poco pudo avanzar sus trámites, pese a que sus últimos años, trabajó como empleado de IESS en Guayaquil y “conoce a varios de los empleados que trabajan en las ventanillas”.

Allí, en medio de la espera, conversaba junto a otros afiliados de cómo no se arrepiente de haber adquirido, junto a su esposa, un seguro médico en Atlas.
“Con los gastos médicos que me cubrió este seguro pude operarme y recuperar parte de los gastos, porque con el IESS es complicado hacer algo ágil”, comentó Murillo, quien se mostró interesado por la propuesta del Seguro Municipal, aunque desconocía si a su edad podía participar de la nueva propuesta de seguro social.

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Cerca de Murillo, en una de las ventanillas, Felipe Contreras, de 30 años, se mostraba partidario de la propuesta municipal, pues a pesar de aportar al IESS señaló “que no usa los servicios médicos porque tiene un seguro particular con el que se ayudaba  en situaciones médicas”. En esa misma fila otras dos personas tenían seguros médicos particulares “ante las emergencias”.

La afiliación a este tipo de seguros privados es común entre los asegurados del IESS que laboran en empresas privadas.

La Superintendencia de Bancos, entidad que supervisa las inversiones de las compañías de seguros de vida y generales, registra unas 33 empresas dedicadas a brindar estos servicios.

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Un  estudio consolidado hasta junio indica que entre estas compañías se registraron inversiones de $ 102’420.722, según la Superintendencia de Bancos.
Los servicios y beneficios médicos frente a las tarifas que ofertan estas empresas, permite que el mercado de seguros privados tenga acogida entre los empleados.