La masa de público congregada alrededor del escenario de la plaza Colón impedía, a quienes llegaron sobre la hora al espectáculo del domingo pasado, apreciar en escena al cantautor guayaquileño Héctor Napolitano.

Pero una gran pancarta colocada en el fondo del escenario con el encabezado: El Cangrejo Criminal, suplió la imagen del artista. El que leía el letrero y escuchaba la ronca voz que interpretó blues, bachatas, guajiras, sones y boleros, sabía que atrás de tanta gente estaba el Viejo Napo y su conjunto.

Para hacer desaparecer el ambiente frío de la noche, Napolitano entonó unos sones en homenaje póstumo a los cantantes cubanos Celia Cruz y Compay Segundo.

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Antes, un breve anuncio de la coordinadora del evento pasó inadvertido: “Recordamos que esta plaza es para la difusión del arte, no se puede beber ni comer aquí”. Pero una pequeña escenografía montada bajo el rótulo de El Cangrejo Criminal simulaba una tienda de barrio donde los invitados de Napolitano en su concierto compartían una cangrejada y unas cervezas, como las acostumbradas escenas nocturnas del Guayaquil popular.

En intervalos, hubo un espacio también para los amorfinos evocados por los actores Enrique Ponce, Carlos Quinto Cedeño y Roosevelt Valencia.

Y el tema que siempre pide la gente y se corea en los conciertos de Napo: “Gringa loca, gringa loca, gringa loca...”.

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Otro intervalo y Pepe Sáenz se paró en el escenario a leer poemas escritos por Othón Muñoz. Y luego de un tema que fue sacado del ecuadorcomocomo.com, Cómo como. El cierre vino con un baile de son, cuyo ritmo marcaron en escena unos bailarines contratados y el movimiento se extendió en el resto de la plaza.