El alemán Michael Schumacher, que hoy se ha proclamado por quinta vez campeón del mundo de Fórmula Uno, se muestra insaciable y, tras haber igualado la legendaria marca del argentino Juan Manuel Fangio, sueña ya con el sexto título para coronarse como el más laureado en la historia.
 
El campeón del mundo más joven que ha tenido la Fórmula Uno -en el primer título superó por 16 días al brasileño Emerson Fittipaldi, que se estrenó en 1972 con 25 años, 10 meses y 26 días- ha superado ya muchas marcas y otras están al alcance de su mano.
 
Sus plusmarcas: mayor número de victorias, 61 con la hoy, diez más que las del francés Alain Prost; 47 vueltas rápidas en carrera, con lo que mejora en seis al francés; y 897 puntos, con los que deja ya a 98,5 al galo.
 
Tan sólo el récord de "poles" no está de momento al alcance del alemán, ya que el malogrado brasileño Ayrton Senna consiguió 65, frente a las 46 que, de momento, lleva Michael Schumacher.
 
Para conseguir este palmarés inigualable, que le llevará a encabezar todas las clasificaciones al final de su carrera deportiva y que será tan difícil de batir como lo ha sido el igualar los cinco títulos de Fangio, Schumacher, que tiene contrato con Ferrari hasta finales del año 2004, no ha reparado nunca en la forma de conseguirlo.
 
Así, su primer título mundial, en 1994, lo logró tras eliminar en una colisión al británico Damon Hill (Williams Renault) en Australia, y en 1997 intentó hacer lo mismo con el canadiense Jacques Villeneuve (Williams-Renault) en Jerez, aunque no le salió bien la jugada y la Federación Internacional le eliminó de la clasificación del Mundial.
 
Iniciado en el mundo del kart, su padre tenía una pista en Kerpen, no lejos del circuito de Nurburgring, en el que logró los títulos alemán y europeo en 1986. Luego pasó por la Fórmula Ford y la Fórmula 3, en la que logró el título nacional en 1990.
 
Miembro del equipo "Junior" de Mercedes en el campeonato del mundo de sport-prototipos en 1990 y 1991, esta casa alemana le facilitó el ingreso en la Fórmula Uno, en la que debutó en el Gran Premio de Bélgica de 1991 al volante de un Jordan 191 Ford, para pasar en la siguiente carrera, el Gran Premio de Italia, a pilotar para Benetton.
 
En 1992, su primera temporada completa en Fórmula Uno, logró su primera victoria, justo un año después de haber debutado, al imponerse en el Gran Premio de Bélgica. Entonces fue el tercer piloto más joven en lograrlo, por detrás del neozelandés Bruce McLaren y el belga Jackie Ickx, y terminó tercero en el campeonato del mundo.
 
Su primer título lo consiguió de forma poca ortodoxa al colisionar con Damon Hill en Australia, después de perder el control del coche y tocar en un muro. Cuando su abandono era inevitable, se incorporó a la pista, cerró al británico en una curva y colisionó, con lo que ambos quedaron eliminados y el germano se llevó el primer campeonato.
 
Al año siguiente volvió a ser campeón del mundo, pero  sus accidentes con Damon Hil en los Grandes Premios de Gran Bretaña e Italia, sus toques en Bélgica y Europa (Nurburgring, Alemania), así como sus intercambios verbales, confirmaron que Michael Schumacher era un "duro" en el automovilismo.
 
Después de sus dos títulos con Benetton llegó a Ferrari con el objetivo de reverdecer los laureles de la escudería italiana, que no lograba el mundial de pilotos desde 1979 con el surafricano Jody Scheckter.
 
La tarea no fue fácil. A excepción del primer año (1996, en el que logró tres victorias y fue tercero), en 1997 y 1998 llegó a la última prueba con posibilidades de conseguir el título.
 
Con Jacques Villeneuve no tuvo tanta suerte como con Damon Hill y, a pesar de que intentó ganarle de la misma manera que al británico, en esta ocasión su golpe no fue tan certero y la Federación Internacional castigó su acción eliminándole del Mundial.
 
El finlandés Mika Hakkinen (McLaren-Mercedes) logró su primer título en el circuito japonés de Suzuka en una jornada negra para Schumacher, a quién no le arrancó el coche en la vuelta de formación para la salida. Y cuando estaba remontando, un pinchazo en la recta tribunas le dejó fuera de carrera.
 
La temporada 1999 parecía la destinada para su primer mundial con Ferrari, pero el accidente que sufrió en el Gran Premio de Gran Bretaña, en el que se fracturó una pierna, tras colisionar frontalmente contra las protecciones a gran velocidad, arruinaron sus esperanzas de conseguirlo.
 
Este accidente demostró una vez más cómo es el carácter de Michael Schumacher. Dispuesto a volver anticipadamente, antes de una recuperación total, para defender sus posibilidades de título, luego no quiso hacerlo para ayudar a su compañero, el británico Eddie Irvine, a conseguirlo.
 
El presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo, tuvo que presionarle para que participara en las dos últimas carreras y Michael aceptó con el objetivo de que la escudería italiana lograra el Mundial de constructores, cosa que así hizo, pero no consintió en ayudar a Irvine.
 
Hace dos temporada la colaboración entre Ferrari y Michael Schumacher dio sus frutos y consiguieron su primer título juntos, lo que representó el inicio de una marcha imparable que les ha llevado hoy al tercero consecutivo, que no parece ser el último si se tiene en cuanta la ventaja tecnológica actual de Ferrari y la ambición del piloto alemán.