SANTO DOMINGO DE LOS COLORADOS, PICHINCHA
Decenas de secuestrados fueron liberados con ayuda del religioso. El último, Esteban Paz.

La mañana del sábado 11 de mayo, monseñor Emilio Stehle prefirió conducir él mismo el Toyota Rav 4 que generalmente estaba a cargo de su chofer Pedro Figueroa. Ese día recibió la noticia: las autoridades eclesiásticas aceptaron su renuncia al obispado de Santo Domingo de los Colorados.

Stehle le pidió a Figueroa que subiera tres maletas al carro. “Me llevo mi fortuna”, le dijo. Subieron al auto y se dirigieron a Quito al aeropuerto Mariscal Sucre, a las 10h15, acompañados de policías que resguardaban a Stehle desde el pasado 23 de abril, cuando intentaron secuestrarlo.

En el sector La Virgen, kilómetro 48 de la vía Alóag-Santo Domingo, estacionó el Toyota. Caminó hacia la imagen y oró en silencio.

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Durante el viaje no dijo una palabra. “Sentía que pasaba algo, había tristeza en sus ojos; no es expresivo, pero aprendí a leer su rostro”, recordó Pedro, quien por 18 años fue mano derecha del Obispo.

En el aeropuerto, rodeados de familiares de emigrantes, Pedro y su esposa, Janeth Ocampo, despidieron al religioso alemán de 76 años.

“De aquí ya no regreso”, musitó Stehle. Se le enrojecieron los ojos, contó el chofer. Viajaba a Roma para asistir a una reunión de obispos ecuatorianos con el papa Juan Pablo II.

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Pedro y Janeth pidieron a un guardia que les tomara unas fotos junto al sacerdote.

Cuando Stehle se alejaba levantó la mano para decir adiós, Pedro recordó gratas y tristes vivencias.

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Cuatro días antes de su partida, el Obispo organizó una caminata. Con Pedro y un periodista recorrieron varios kilómetros desde Santo Domingo hasta El Carmen, límite de la jurisdicción de su diócesis.

El mismo que efectuó hace 18 años cuando se hizo cargo de la iglesia.

Pedro entendió después el significado de este acto: una manera de despedirse.

A Santo Domingo le tomó por sorpresa la salida repentina de Stehle. Los amigos cercanos como Pedro sabían que tarde o temprano se iría porque había presentado la renuncia hacía dos años.

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El mismo sábado, previsto para viajar a Roma, recibió un fax que le informó que el Papa había aceptado su renuncia.

Pedro cree que Stehle miró el fax y decidió “irse para siempre”, y que en la decisión pesaron las amenazas de secuestro y los riesgos.

Nadie sabe a qué tipo de intimidaciones se enfrentaba el Obispo; era muy reservado.

Decenas de secuestrados por grupos armados fueron liberados con ayuda de Stehle.

Su última acción permitió el 20 de abril último la liberación de Esteban Paz, hijo del ex alcalde de Quito, Rodrigo Paz, aparentemente retenido por las FARC de Colombia.

En esta ocasión su chofer lo acompañó hasta Quito; el religioso, un negociador nato, viajó a Colombia.

Dos días después de la liberación de Paz, intentaron secuestrar a Stehle. Los últimos días en Santo Domingo los vivió con mucha ansiedad; pocos lo notaron.

Un vacío en Santo Domingo

En Santo Domingo de los Colorados, todos coinciden en que la ausencia de Stehle es irreparable.

La oficina del Obispado luce abandonada. La hermana Gladys Rueda, quien atendió al sacerdote por varios años, ya no está. La secretaria, Blanca Pineda, y la administradora de la casa, María Ester Mosquera, están de vacaciones.

El obispo encargado, el español Vicente Pérez, no quiere hablar. “Todos sentimos profundamente su partida, somos seres humanos, sensibles”, indicó antes de cerrar la puerta.

La hermana Rosalía, madre superiora de las misioneras de María Madre de los Pobres, cuyo convento está cerca de la casa obispal -ellas impidieron el secuestro del padre-, dijo que el silencio de Stehle se debe a que él siempre pidió el anonimato.

Los amigos lo describen como un trabajador incansable, que disfruta de las cosas sencillas, humilde, puntual, introvertido, poco expresivo, desprendido, opuesto a las formalidades.

El hogar de niños abandonados Valle Feliz, el ancianato, el centro del niño trabajador, la sede de la Universidad Católica, el Instituto del Maestro, el puente sobre el río Toachi son resultado de su gestión.

De ex militar alemán a religioso

Emilio Lorenzo Stehle nació el 3 de septiembre de 1926, en Muehlhausen, al sur de Alemania.

Un hecho marcó su vida: cuando prestaba servicio militar fue tomado prisionero por dos años en un campo francés.

La crueldad de la guerra y la pérdida de un ser querido alimentaron su vocación religiosa; obtuvo una licenciatura en Filosofía y Teología.

Después de seis años de sacerdocio, en 1957, inicia su relación con América Latina.

Ese año fue nombrado párroco de los alemanes residentes en Colombia y Panamá y vicario foráneo para las parroquias alemanas en Ecuador, Venezuela, Perú, América Central y México.

Pasó 22 años recorriendo América y colaborando en el proceso de paz en Centro América junto a personalidades como monseñor Óscar Romero, asesinado en El Salvador, el 24 de marzo de 1980.

En 1987 fue nombrado obispo de Santo Domingo de los Colorados.

Escribió una docena de libros y sirvió de mediador en un sinnúmero de liberaciones de secuestrados.

Recibió condecoraciones en varios países, por su obra. Sin embargo, se fue de Santo Domingo dejando todo ello, excepto su nombramiento de obispo.